Una rosa destaca entre todas las demás, es perfecta. Un clavel se esconde, limita su belleza para aquellos que lo rodean y jamás va más allá.
Una rosa posee aquel perfume encantador, seductor, interesante y fresco. Un clavel huele a naturaleza, a realidad. Belleza y simplicidad, rojo y blanco ¿Quién gana?
Los pétalos de una rosa, son suaves, castos, y eso refleja las pocas personas que pudieron, con confianza, dejar caer sus lágrimas en ellos. Los de un clavel son moldeables, se adaptan a ti, se ciñen a quien los necesite.
La rosa te atrapa, sus espinas escondidas te desgarran si intentas llegar muy lejos. El clavel también esconde, esconde un tallo firme al que podrás prenderte en tiempo de tormenta.
Sin embargo, ambos pueden marchitarse. A cual quieras darle tu atención, dedicarle una mirada, un suspiro… Un pensamiento… Depende de ti.