sábado, 17 de septiembre de 2011
Sí tuviera que decir adiós...
jueves, 1 de septiembre de 2011
Dímelo
Dime que soy un desastre. No me mires a los ojos siquiera y dímelo. Imagina que hablas con la pared, una firme que resistirá y jamás se vendrá abajo.
Grítame. Grítame que debo dejar mis fantasías, que debo poner los pies sobre la tierra y comenzar a vivir la realidad. Destruye mis sueños. Escóndelos, apártalos de mí. Intenta hacerme ver de una manera diferente, ver con tus ojos y probar tus ideas.
Haz de mi mente tuya. Hazme darle vueltas a mis propios pensamientos, hazme cuestionarlos, cuestionarme.
Resiste. Resiste mis lloriqueos, dime que las lágrimas de cocodrilo no me van más, que he crecido. Recuérdame todo aquello que quiero olvidar, todos mis errores, y hazme revivirlos. ¿No es acaso que me lo merezco?
No lo entiendo ¿verdad? Tendrás que hablarme claro, directo. Ser como el hielo: frío… No, gélido. Tendrás que ser inmune a mí y mis sentimientos.
Convénceme. Convénceme de lo débil que soy, de lo fácil que es pasar por encima de mí y luego arrojarme al olvido. De lo fácil que resulta lograr que confíe, de lo difícil que me es decir no y de lo sencillo que a ti te resulta usarme.
Y así, cuando esté con mi autoestima por los suelos, con la vitalidad desvanecida y completamente decepcionada de quien soy, será solo entonces cuando recogerás las piezas de lo que antes fui y con mucho cuidado las pondrás cada una en su lugar. Te irás y desearas con todas tus fuerzas que mañana, yo esté de nuevo ahí, lista para soportar tu peso y dispuesta a no dejarte caer jamás.
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¿Dramático? Sí, un poco. Pero para mi fue simplemente el único desahogo que se me ocurrió. Gracias, por estar aquí, el saber que alguien quizá algún día lea esto me hace sentir escuchada.
Los amo, en serio, yo simplemente no sé en donde estaría ahora sin mi blog.
Ciao Regazzi!
Y no me hagan caso, yo solo pretendo no volverme loca.